El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce bien por la obstrucción o disminución del flujo sanguíneo al cerebro (ictus isquémico) o por la rotura de alguno de sus vasos sanguíneos (ictus hemorrágico).
Esta situación provoca una alteración o una lesión del tejido cerebral que puede repercutir en el funcionamiento normal de una determinada región del cerebro y en consecuencia afectar a otras funciones o áreas del cuerpo.
Se estima que dos de cada tres personas que sobreviven a un ictus presentan algún tipo de secuela, lo que implica una pérdida de productividad, necesidad de rehabilitación y una mayor necesidad de recursos sociosanitarios. Por eso es importante mejorar la prevención, así como la rehabilitación de las secuelas.
Una de las secuelas frecuentes tras un ictus es la espasticidad.
¿QUÉ ES LA ESPASTICIDAD?
La espasticidad consiste en una contracción mantenida de ciertos músculos que se manifiesta como rigidez y resistencia al estiramiento muscular.
Se estima que el 33% de los supervivientes de un accidente cerebrovascular experimentan espasticidad dentro de 1 año después de su accidente cerebrovascular, con una prevalencia general de entre el 30 y el 80%.
La espasticidad se desarrolla de forma gradual entre las 6-8 semanas después del ictus, e incluso meses después, y su evolución es hacia la cronicidad.
Es importante detectar esta secuela precozmente, y tratarla a tiempo, ya que la espasticidad no tratada puede producir limitaciones funcionales que interfieren en las actividades de la vida diaria y repercuten de forma importante en la calidad de vida.
Videos educativos
Testimonios de personas que han sufrido un ICTUS
CÓMO PUEDE DETECTARSE LA ESPASTICIDAD
La espasticidad se puede percibir por una sensación de rigidez o tensión aumentada en los músculos, que puede ir acompañada de dolor y/o espasmos.
La espasticidad puede conllevar además posturas anormales que limitan el movimiento. Conoce las posturas más comunes haciendo clic en cada imagen:
ACTÚA FRENTE A LA ESPASTICIDAD
Ante la aparición de signos o síntomas que pueden sugerir el desarrollo de espasticidad, es importante acudir a un especialista, en general un médico rehabilitador, para realizar un diagnóstico certero.
Además, es fundamental que los pacientes tengan un seguimiento médico continuo que permita detectar la evolución de la espasticidad y adaptar la estrategia de rehabilitación a los cambios que van apareciendo.
LA ESPASTICIDAD ES VARIABLE EN CADA PACIENTE
En cada caso, de forma consensuada, entre el equipo médico, el paciente y sus familiares, se deben establecer unos objetivos concretos en el proceso de rehabilitación de la persona con espasticidad, e iniciarse lo más tempranamente posible.
La finalidad del proceso de rehabilitación será minimizar los déficits o discapacidades para lograr que la persona adquiera la mayor autonomía posible.
FACILITAR LOS CUIDADOS Y ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA
Higiene. Vestido.
PREVENIR Y TRATAR LAS COMPLICACIONES MUSCULOESQUELÉTICAS
Contracturas. Subluxaciones. Úlceras por presión.
MEJORAR LA FUNCIONALIDAD
Marcha. Movilidad. Postura. Sedestación.
MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA Y EL CONFORT
Dolor. Calidad del sueño.